¿A los extremeños qué nos pasa para estar donde estamos?

Introducción de Luis Carlos Fajardo Barrientos, Secretario del Patronato de Fundación CB, al acto de presentación del libro:
«¿A los extremeños qué nos pasa para estar donde estamos?»
Presidente, patronos, director general, empleados y colaboradores de Fundación CB,
señoras y señores: muy buenas tardes.
En primer lugar, agradecer la invitación a participar en la presentación de este
libro por parte de FundaciónCB que, como siempre, se viene haciendo eco de
aquello que se le solicita para apoyar todo lo que sirva para ayudar a Extremadura.
Decir que estoy deseando poder hojear el próximo ensayo que nos anuncia El
Club Sénior, y que versará sobre “Experiencias de Éxito Empresarial en Extremadura”.
Agradecimiento también, como no, al Club Sénior de Extremadura por el impulso
dado para la publicación de este ensayo sobre la situación de Extremadura y su posible
desarrollo, así como a los autores de los distintos análisis y a su presentadora, Dª
María de los Ángeles Durán Heras, su prologuista, D. Diego Hidalgo Schnur y a su
introductor y Presidente de los Sénior, D. José Julián Barriga Bravo.
Una vez hechas las felicitaciones, permítanme que, como soy más partidario de los
hechos que los proyectos, haga mi pequeño análisis acogiéndome también a memoria
histórica, tan de moda en nuestros días.
Todos ustedes señalan que debemos huir de las iniciativas públicas y sustituirlas
por las privadas, correspondiéndole esta misión a la Sociedad Civil si queremos
impulsar el desarrollo de nuestra Región y obtener la autoestima suficiente para
conseguirlo. Bien, de acuerdo, pero permítanme empezar por las instituciones estatales y
gubernamentales en virtud de esa historia referida.
Tal vez el Estado y sus respectivos gobiernos debieran recordar que el occidente
español y Extremadura en particular, por su situación fronteriza, tuvo que defender el
territorio español contra los ataques de Portugal en su Guerra de la Independencia y
otras veces de ingleses y franceses, aliados siempre con nuestro vecino Portugal, que
pretendían dominarla entregando para ello la sangre de sus hijos y soportando la
destrucción de su patrimonio, de forma más abundante que los de otros lugares de
España. Es por ello que deberían expresar agradecimiento creando las
infraestructuras necesarias para permitir el desarrollo interior y, de esta manera,
dejaríamos de ser los productores de materias primas cuyo valor añadido se traslada a
otros lugares, especialmente los de la zona Mediterránea, Vascongadas y Madrid.
Los extremeños posiblemente seamos los que menos tenemos que agradecer al Estado español, porque han sido los que nos han fabricado durante los siglos XIX y XX una educación de empleados de terceros, a pesar de que hemos sido siempre fieles a nuestra patria y hemos llevado con resignación la carga que nos han asignado, sin protestas, fruto de la educación recibida. Y de esto, no tienen menos culpa, todos aquellos extremeños de la diáspora, los inteligentes según los denomina López Prudencio, que ocuparon importantes puestos tanto en la Administración como en la gran empresa, olvidándose por completo de la tierra que les vio nacer y les facilitó sus primeros conocimientos, no intentando hacer nada por ella, tanto de forma directa, como indirecta, presionando sobre aquellos que sí podían hacerlo utilizando sus influencias. Únicamente recordaban Extremadura en vacaciones veraniegas, donde volvían a pasar unos días en sus pueblos de origen, con el fin de visitar a familiares, dándose un baño de saudades, así como sentir la admiración de sus vecinos por los éxitos profesionales conseguidos, dando consejos y en algunos casos, convirtiéndose en colocadores de algunos de sus paisanos y también, como no, para disfrutar del placer de los productos autóctonos, principalmente los derivados del cerdo. De esto creo que alguna vez habrá que hablar.
No, señores y señoras, Extremadura no es culpable de lo no hecho por los que se
quedaron, es culpable de no haber exigido lo que en justicia le correspondía, entre
otras, la educación y formación emprendedora necesaria, porque con esto no se nace,
como algunos creen; se hace desde la educación y formación comentada. Hasta la
propia Universidad extremeña, fabricaba titulados con la casi única finalidad de
opositar a puestos de empleo, público o privado, pero de empleo. Por todas estas
circunstancias somos la parte de España con menos PIB, menor RpC y con una
despoblación continua que cada día nos hace ser más anoréxica, y si no somos capaces
de revertir esta situación, caminamos a nuestra desaparición en el transcurrir de unas
décadas. Tal vez este sea el deseo de algunas políticas, para así hacerse con este vasto
territorio de 42 mil Km cuadrados.
Hemos sido tierra esquilmada desde siempre y tristemente con el apoyo de los
correspondientes gobiernos, al confeccionar leyes que nos perjudicaban
enormemente, como por ejemplo las de la trashumancia, que permitía a los ganaderos
castellanos-leoneses apropiarse de unas tierras feraces por muy poco importe en
virtud de las leyes mencionadas que les concedían privilegios.
Me resulta importante lo que nos cuenta Dª Mª de los Ángeles Durán sobre la
importancia de la provisión de servicios en la génesis del bienestar colectivo con la
aportación de mujeres al cuidado de la población, (sobre esto ha presentado un libro
en Cáceres, la semana pasada, bajo el título “La Riqueza Invisible del Cuidado” al cual le
deseo el mayor de los éxitos) pero son valores intangibles a la cual si fuera
contabilizada, tendría que llevar su contrapartida en los ingresos que no existe y
desequilibraría por completo los presupuestos regionales y por tanto no genera fuente
​de ingresos para el bienestar y el desarrollo. Eso, tal vez, sería una magnífica tesis
sociológica sobre los valores solidarios de una región en comparación con las demás,
pero la miseria material nos seguiría acompañando.
A Extremadura, los gobiernos central y principalmente el autonómico la están
convirtiendo en tierras de vasallaje a través de subvenciones y políticas de falsa
ecología, véase como ejemplos: Zonas CEPA, Destrucción de la Urbanización de la Isla
de Valdecañas o la Reserva de la Biosfera en la Siberia Extremeña, entre otras.
Todo esto podría cambiar, si los políticos extremeños amaran más a Extremadura que
es quien los ha situado en el lugar que ocupan, que a la disciplina que les imponen sus
partidos, pero yo me pregunto si el extremeñismo existe, o simplemente es una frase.
Algo que habría que analizar en su momento.
Con estas políticas, no necesitamos enemigos externos, ya nos autodestruimos
nosotros mismos.
Una muy buena reflexión de D. Diego Hidalgo en sus conclusiones, donde
manifiesta que los extremeños necesitamos la iniciativa de la sociedad civil, asumir
protagonismo y analizar los por qué de nuestra situación actual para contribuir a salir
de ella, pero necesitamos ayudas oficiales en comunicaciones y formación para
conseguir la autoestima, con la necesaria vigilancia para que se cumplan los plazos de
los proyectos existentes y futuros invirtiéndose las cuantías presupuestadas, sin que se
diluyan como agua entre los dedos de algunos. También quiero señalar que las
intenciones de D. Juan Carlos, nuestro Rey, para ayudar a Extremadura, con la creación
de la CREEX, para poco ha valido, a pesar de las buenas intenciones. Porque una cosa
son las ideas y otra su posterior desarrollo.
José Julián Barriga en sus conclusiones remacha en lo que he comentado
anteriormente: exceso de agricultura sin valor añadido debido a las carencias de
industrias manufactureras, pero olvida que, cuando se iniciaba un incipiente
movimiento industrial, nos lo arrebataban para beneficio de otras como Cataluña, con
la promulgación de leyes que hacían trasladar toda esa industria, con la consiguiente
pérdida de los puestos de trabajo. Como ejemplo, valga ITESA, industria de hilaturas
con sede en Badajoz, que en la década de los 60, contaba con más de 360 empleados
(principalmente mujeres) y que cerró en 1981, despidiendo a los 265 trabajadores que
quedaban para llevarse la fábrica a Barcelona, que no los empleados; o La Granja
Céspedes, (situada donde ahora mismo nos encontramos. Desde esta Residencia hasta
el Centro Comercial El Faro) dedicada a la explotación avícola y lácteos, La Central
Lechera de Badajoz, inaugurada en 1960 por S.M. d. Juan Carlos, siendo Príncipe de
España, que posteriormente pasó a Cervera, que cobró subvenciones millonarias, no
pagó a los ganaderos y con ese dinero montó una planta de frío en Valencia. CEPANSA
y el Matadero Industrial en Mérida o la Fábrica de Cementos ASLAND en Los Santos de
​Maimona. Todas estas desapariciones, hicieron que El Plan Badajoz, no se culminara y
además abortaron los inicios empresariales de una región. Más recientes: La Refinería
de Gallardo y en breve, la C.N. de Almaraz. Hay más, pero no vamos a extendernos.
Si todo lo que se iniciaba era posteriormente torpedeado desde el Gobierno, qué
les quedaba a los extremeños, salvo levantarse en armas y morir como los numantinos,
o ejercer la pasividad que nos ha traído a una muerte más lenta, pero muerte al fin.
Por todo lo expuesto, y como conclusión personal, yo animo a los extremeños a
hacer lo mismo que el Papa Francisco señala a los católicos: Salir. Pero salir para vender
las virtudes y ventajas que ofrece nuestra tierra para inversores propios y ajenos, con el
fin de construir una nueva Extremadura. Pero para ello, necesitamos una serie de
medidas esenciales, como son: Comunicaciones, medidas fiscales a las inversiones,
cesión de suelo o venta a precios muy competitivos, reducciones en tarifas de luz, agua
y gas durante un periodo (siempre con garantías de permanencia y empleo), y otras,
utilizando las oficinas comerciales de las Embajadas de España y las que la Junta de
Extremadura tiene abiertas en puntos calientes de la economía europea, y de esta
forma podremos construir para beneficio de los extremeños que permanezcan en ella,
y de los que vendrían, sin egoísmos individuales.
Nada más y muchas gracias.
A continuación va a intervenir D. José Julián Barriga Bravo, periodista nacido en
Santiago del Campo (Cáceres), y nombrado hijo adoptivo de Garrovillas de Alconétar,
donde posee casa y pasa su tiempo en Extremadura.
Se inició en el Periódico HOY, pasando posteriormente por el diario Pueblo, Agencia EFE
donde ocupó diversas direcciones, y en YA, donde fue subdirector. En la Cadena COPE
fue director adjunto, y en la Revista Tiempo fue jefe nacional.
Fue director de los Servicios Informativos de la Presidencia del Gobierno y director
general de Relaciones Informativas, durante la presidencia de D. Adolfo Suárez.
Posteriormente ejerció como director general y vicepresidente de Noticias Servimedia.
Durante ese periodo editó más de 20 revistas especializadas en información social.
Está en posesión de la Cruz de Oro a la solidaridad.
El Comité español de representantes de personas discapacitadas (CERMI), le dedicó un
libro sobre periodismo social en su homenaje.
Forma parte de la Comisión de Ética y Deontología de la Federación de Asociaciones de
la Prensa.
Es autor de dos libros de relatos, preside el Club Senior de Extremadura y académico
de la Real de Extremadura de las Letras y las Artes.
Nada más y nada menos.
Con ustedes, D. José Julián Barriga Bravo.
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